Siguiendo con el lobo, en esta entrada introducimos el encuentro y las impresiones de nuestro compañero José García-Pozuelo Ramos, al coincidir y conocer a Marcos Pantoja "El niño lobo".
Conocí a Marcos Pantoja con motivo de la Mad BirdFAir 2016 el pasado 11 de junio. Como parte de las actividades de esta feria ornitológica y de naturaleza que se celebra cada año en Madrid se proyectaba el documental dirigido por Gerardo Olivares titulado “Marcos, el lobo solitario”.
Tanto mi hija como yo estábamos muy emocionados ya que Marcos era el responsable directo de que mi hija Ainhoa hubiera dejado de tener un miedo irracional a los lobos, para pasar a ser su animal favorito.

Años atrás mi hija sólo conocía los lobos feroces de los cuentos, a los que temía por ese comportamiento dañino y malvado con el que se ha representado tradicionalmente a estos animales en la literatura infantil. Yo trataba de explicarle que el comportamiento de los lobos nada tiene que ver con esos seres malvados que habitan los cuentos infantiles, y que si bien es cierto que cazan, también es cierto que lo hacen sin maldad ni crueldad, y tan sólo lo hacen para alimentarse. Pero mezcla de su corta edad y de la perniciosa influencia de los cuentos, ella seguía temiendo a los lobos, hasta sentir auténtico pavor. Afortunadamente un día descubrí el largometraje “Entre lobos” que pude ver con mi hija. Y ella quedó absolutamente asombrada cuando contempló el increíble comportamiento que mostraban estos animales con el niño protagonista de la película. Ella estaba estupefacta al ver como los lobos, en lugar de atacar o comerse al niño protagonista de la película, lo cuidaban y alimentaban hasta incluirlo como uno más de la manada y compartir juntos juegos y vivencias e incluso cazar juntos cuando el niño fue creciendo.
Yo le expliqué a mi hija que lo que estábamos viendo era una película con actores y escenas de ficción, pero que algo muy similar había sucedido en la realidad, puesto que esta película estaba basada en la vida de un niño que realmente fue cuidado por lobos con los que vivió durante once años, y que aquel niño todavía estaba vivo y era un hombre adulto… gracias a los lobos que le cuidaron.
En 1954 Marcos tenía siete
años y vivía en Fuencaliente (Ciudad Real) con su padre y su madrasta,
de la que se queja le maltrataba, cuando fue vendido a un pastor de
cabras de Sierra Morena. Cuando el cabrero murió, Marcos decidió
quedarse en la sierra. No tenía buenos recuerdos de su anterior vida
entre los humanos. Aunque esta nueva vida sin el cabrero no le resultó
nada fácil. Así un día que Marcos tenía mucha hambre y frío se metió en
una lobera junto a varios lobeznos y se quedó profundamente dormido.
Cuando los papás lobos llegaron de cazar, gruñeron a Marcos. El niño
asustado se acurrucó tratando de protegerse de un posible ataque. “Pensé
que me iba a matar” dice Marcos. Sin embargo, lo que finalmente hizo la
loba fue lanzarle un trozo de carne para que comiera, como al resto de
sus crías. A partir de ese momento se convirtió en un miembro más de la
manada, con los que aprendió a aullar y a cazar. Vestía las pieles de
sus presas, imitaba los ruidos de los animales del bosque e interactuaba
con ellos, descubriendo por su cuenta cómo pescar, hacer fuego o
espantar a las abejas para poder comer de su miel. Así estuvo 11 años
hasta que en 1965 la Guardia Civil le sacó de su vida para integrarlo
entre los humanos.
Y desde entonces Marcos ha pasado por muchos
lugares, con serias dificultades para adaptarse a una sociedad tan
diferente al lugar donde, según nos cuenta, pasó tan entrañables
momentos
de su infancia y adolescencia. Actualmente da charlas de vez en cuando
en colegios para que los alumnos aprendan a querer a los lobos y a la
naturaleza.
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Lobo. Foto: José García-Pozuelo |
Casos como el de Marcos de niños abandonados o
perdidos en la naturaleza, que deben sobrevivir solos o con la ayuda de
animles, aparecen en la mitología, la literatura y la historia desde
tiempos inmemoriales. Así se cuenta la historia de Semiramis, reina de
Babilonia, que fue alimentada por palomas cuando su madre la dejó
abandonada en el desierto. Aunque más conocido es el relato de los
gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma que fueron rescatados y
amamantados por la loba Luperca.
En 1698, el médico e historiador
irlandés Bernard Connor escribió en su libro “Historia de Polonia”
varios casos de niños que se alimentaba de carne cruda, miel y manzanas,
caminaban a cuatro patas y sus maneras eran similares a las de las
bestias. Habían crecido amamantados por osas.
Otros casos
conocidos, que al parecer también se originan en hechos reales, son “El
Libro de la selva” publicado en 1894 por el Premio Nobel de Literatura
inglés nacido en India, Rudyard Kipling. O más recientemente la película
dirigida en 1970 por el francés François Truffaut “El pequeño salvaje”
inspirada en la historia de Víctor de Aveyron, niño que en 1790 fue
encontrado en los bosques de Francia, cerca de Toulouse, donde
aparentemente había pasado toda la niñez. En 1937, se documentó el caso
de una niña, en Turquía, que había pasado ocho años viviendo con una
familia de osos.
Cuando llegamos al edificio donde
habríamos de ver el documental nos encontramos a Marcos rodeado de un
grupo de personas que habían acudido a la proyección. Reconocí enseguida
a Marcos gracias a los reportajes que había visto. Espontáneo y
campechano, Marcos se encontraba sonriente contando anécdotas de su
vida, gesticulando y sonriendo… pronto empezaría la proyección y Marcos
finalmente terminó sus anécdotas argumentando que si lo contaba todo
entonces no tendría nada más que contar tras el documental… como si eso
fuera posible tras una vida tan interesante y dramática. Aprovechando su
pause me atreví a abordarle, fui el primero. Apenas crucé unas pocas
palabras con él y le pedí permiso para hacerle una foto con mi hija
Ainhoa, foto que acompaña a este artículo. Después de nosotros, otros se
animaron a saludarle y hacerse fotografías.
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Ainhoa con Marcos Pantoja "El niño lobo" |
Marcos parecía
disfrutar sintiéndose rodeado de gente que le admiraba. No parecía
vanidad y conociendo la historia de su vida y padecimientos no es de
extrañar que disfrute de las muestras de interés, cariño y admiración
que le manifestamos, en contraposición al sufrimiento que le ha
acompañado durante gran parte de su vida.
Pasamos a la sala de
proyecciones. El documental va contándonos la vida de Marcos a través de
las vicisitudes que tuvo que vivir el director, que lo es tanto del
documental “Marcos, el lobo solitario” como del largometraje “Entre
lobos”, empezando con cómo conoció de la
existencia Marcos, para
continuar con las pesquisas necesarias para llegar a localizarle y
finalmente rodar el largometraje de ficción, del que el propio Marcos
resultó asesor. Y si bien el propio Marcos asegura que la ficción es muy
fiel a sus propias vivencias, también se “queja” de que faltan
muchísimas otras, tantas como para llenar una serie entera.
Casualmente
Marcos se sentó justo delante de nosotros. Así pudimos ver cómo
reaccionaba ante algunas escenas, repitiendo el diálogo, comentando y
emocionándose. No fue el único que se emocionó. Hay que ser de piedra
para no emocionarse al conocer la historia de su vida tan interesante,
intensa y dramática.
Según nos cuenta Marcos, le
arrancaron de su medio para luego abandonarle. Le sacaron del lugar
donde se encontraba integrado y feliz pero poco hicieron para integrarle
en la sociedad humana. Por eso Marcos no se cansa de repetir que los
animales, los lobos, le salvaron la vida y le cuidaron. Cosa que no
habían hecho las personas.