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domingo, 3 de abril de 2022

Viaje a Santoña.

El frescor con el que hemos comenzado el mes de abril, me ha traído a la memoria nuestro viaje a Santoña que realizamos en febrero, y del que todavía no habíamos hecho la correspondiente crónica.
Uno de los alicientes era intentar ver a uno de los búhos nivales que se vieron por la zona unas semanas antes de nuestra arribada. Las probabilidades de observarlo eran mínimamente mínimas, y finalmente no sucedió, pero nos sirvió de excusa para visitar de nuevo este emblemático espacio de pajareo.
Uno de los habituales de la zona, son los colimbo grande, que se ven en varias decenas todos los inviernos.

Colimbo grande. Foto: Pedro Juan Sanz

Colimbo grande. Foto: Pedro Juan Sanz

No conseguimos ver a los zampullines cuellirrojos, si bien, no nos esforzamos mucho en buscarlos. Mucho más comunes, sus parientes cuellinegros se dejaban ver por bastantes zonas.

Zampullín cuellinegro. Foto: Pedro Juan Sanz

En esta ocasión, decidimos contratar un viaje en barco por el interior de la bahía, lo que nos permitiría acercarnos a algunas de las especies más esquivas.
En vuelo un grupo de moritos, antaño muy extraños en la zona, pero con citas más habituales en los últimos años.

Moritos. Foto: Pedro Juan Sanz


Agujas colipintas, colinegras y ostreros, se alimentaban por las orillas, además de los abundantes zarapitos.

Aguja colinegra y ostrero.

Ostrero

Aunque ya quedaban pocas decenas, que en meses anteriores fueron centenares, fue una maravilla poder observar de cerca el grupillo de barnacla carinegra.

Barnacla carinegra. Foto: Pedro Juan Sanz

Barnacla carinegra. Foto: Pedro Juan Sanz

El viajecito, aunque no nos proporcionó la observación del pato havelda, si que nos acercó a negrones comunes y a una serreta mediana que ha invernado en el estuario.


Negrón común. Foto: Pedro Juan Sanz

Serreta mediana. Foto: Pedro Juan Sanz

Después de un par de horas, el viaje tocaba a su fin y llegábamos a puerto.


Desde la dársena, también disfrutamos de la observación de una gaviota polar, que también ha pasado el invierno aquerenciada al puerto pesquero.

Gaviota polar

Gaviota polar

Gaviota polar

Gaviota polar

Tampoco faltaron los elegantes cormoranes moñudos y el eider común que lleva varios años en Santoña, donde parece haber encontrado un lugar idóneo para vivir.

Cormorán moñudo

Eider común. Foto: Pedro Juan Sanz

Como siempre, después de una jornada de pajareo, aprovechamos para tomarnos algo y charlar de temas varios. En esta ocasión nos tomamos varias sidriñas y probamos las ricas anchoas.


Las mareas bajas dejan al descubierto islas de tierra, donde se encuentran seguras para descansar infinidad de aves. Entre ellas: cormorán grande, gaviota cabecinegra, gaviotas reidoras, patiamarillas y gaviones.

Cormorán grande

Gaviota cabecinegra

Gaviones atlánticos.

Dependiendo la zona por la que te muevas, encuentras unas u otras especies de aves. En los cortados de Escalante observamos al halcón peregrino con sus vuelos, reclamos, e incluso una cópula. Por la zona de la Ría de Treto, y más concretamente en la zona de Colindres, observamos los preciosos cisnes, los coloridos silbones, y es especialmente interesante por la concentración de limícolas.

Cisne vulgar. Foto: Pedro Juan Sanz

Cisne vulgar. Foto: Pedro Juan Sanz

Silbón europeo

Zarapito real

Zarapito real y grupo de correlimos común

Chorlito gris y vuelvepiedras

Chorlito gris y vuelvepiedras


Grupo de correlimos común

Al atardecer, entre fochas, porrones, ánades rabudos y cercetas, entre otros, disfrutamos del impresionante dormidero de garcilla bueyera en la marisma de Bengoa.

Dormidero de garcilla bueyera.

El último día, una visita a la playa de Berria para disfrutar del espectáculo del temporal, y vuelta para nuestras secas tierras madrileñas.

Pajareros con playa de Berria detrás.


sábado, 4 de septiembre de 2021

Viaje a Galicia (Muxía y alrededores) 1

Hace escasos días que regresamos de nuestro viaje por Galicia. Por aquí os narraremos como se desarrolló todo. 
La idea del viaje se gestó hace meses, cuando nuestros compis Oscar y Samuel, nos propusieron visitar la zona, donde ellos llevan veraneando varios años. Además de disfrutar de los paisajes y aves presentes, el viaje contaría con el aliciente de una salida pelágica para observar aves marinas.
Las fechas serían del 26 al 30 de agosto, aunque algunos llegamos el día 25. La mañana del 26, teniendo en cuenta que el grueso del grupo llegaría a partir del mediodía, los presentes al amanecer, decidimos darnos una primera vuelta por la marisma del Anllons, en la localidad de Ponteceso. Comenzamos el recorrido por el sendero habilitado. Lo primero que vimos fueron varios individuos de Pico de coral (Estrilda astrild), pequeño pajarillo de origen africano, que procedente de escapes de jaulas, se ha adaptado y criado en diferentes espacios naturales. Su observación fue efímera, ya que tras localizarlas en vuelo, se refugiaban rápidamente entre la vegetación palustre. Por los tarays se movían numerosos mosquiteros musicales en paso migratorio, aderezado con los reclamos de los "invisibles" rascones. Martín pescador, garza real, garceta común y algunos ánades reales se podían ver en la entrada de la ría. La marea estaba alta, por lo que la observación de limícolas era bastante limitada, observando algunos andarríos chico y un único archibebe claro. Cuando nos retirábamos, la señal de alarma de unas gaviotas reidoras, nos facilitó encontrar a un joven azor, que terminó posándose en un eucalipto.

Azor joven (Accipiter gentilis)

A la vuelta paramos en A Carballa, donde existe un paseo marítimo con buenas vistas a la ría. La bajada de la marea dejaba playas arenosas donde descubrimos varias decenas de Zarapito real.

Zarapito real (Numenius arquata)

Y en la pequeña playita, junto a las embarcaciones amarradas, descansaban varios ánades reales, chorlitejos grandes y zarapitos trinadores.

Zarapito trinador (Numenius phaeopus)

Alrededor de las 14:30h regresábamos a nuestro alojamiento, Pensión Atlántico, en Merexo, donde habíamos quedado con el resto del equipo "pajarero".
Después de comer y de que l@s compañer@s dejasen sus cosas en las habitaciones, algunos miembros de la expedición descubrieron una rapaz intentando cazar golondrinas. Tras una primera identificación errónea, pensando que se trataba de un halcón peregrino, influidos por el avistamiento de días antes por parte de Samuel, finalmente se trataba de un alcotán, que Ricardo consiguió retratar.

Alcotán (Falco subbuteo). Foto: Ricardo Rodero

También desde el parking observamos cornejas, ratoneros, tarabillas, algún buitrón, algún petirrojo, además de pardillos y escribanos soteños.

Escribano soteño (Emberiza cirlus). Foto: Pedro Juan Sanz.

La tarde organizada por Samuel, nos dirigiría a la cercana cetarea de Merexo y después al cabo Touriñan.
La cetarea es un vivero o criadero de seres vivos marinos, situado en comunicación con el mar. Concrétamente en la de Merexo criaban mariscos y rodaballos. Esta comunicación directa con el mar, aseguraba una gran canrtidad de nutrientes que eran aprovechados por mújoles y otros peces y concentraban diferentes aves en las rocas cercanas.
Algunos cormoranes moñudos buceaban en las inmediaciones para pescar.

Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis). Foto: Pedro Juan Sanz

Por supuesto no desperdiciamos la ocasión para sacar nuestros telescopios y cámaras y observar y fotografiar a todo ser viviente.

Foto: Eduardo Ramírez

Muchas gaviotas patiamarillas, junto a alguna sombría y reidora, nos entretenían y nos servían para que los menos duchos en gaviotas se fijaran en los detalles necesarios para aprender a diferenciarlas. Entre estas, descubrimos algunas cabecinegras, menos comunes en tierra adentro.

Gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus). Foto: Samuel de la Torre

No faltaban los omnipresentes andarríos chico y en las inmediaciones de los muretes del pequeño espigón, se movían algunos vuelvepiedras.

Vuelvepiedras (Arenaria interpres). Foto: Pedro Juan Sanz

Después de estos buenos momentos nos desplazamos hacia el Cabo Touriñan. Este cabo es el punto más occidental de la provincia de la Coruña, de Galicia y de la España Peninsular. El lugar, además de proporcionarnos unas vistas y un paisaje espectacular, nos facilitaría la observación de aves marinas en migración. Convenientemente acoplados en el terreno, no tardaron en verse las primeras aves.

Foto: Eduardo Ramírez

Entre los más abundantes, los alcatraces, de los que pudimos disfrutar en diferentes plumajes, acorde a sus edades, y de los espectaculares picados con los que intentan capturar peces de los que se alimentan.

Alcatraz (Morus bassanus). Foto: Fabián Luján

Alcatraz (Morus bassanus). Foto: Fabián Luján

Alcatraz (Morus bassanus). Foto: Fabián Luján

Alcatraz (Morus bassanus). Foto: Javier Luján

Las observaciones se sucedían. Entre tanto alcatraz, también descubrimos diferentes siluetas y formas de volar. Cuatro aves negras con estructura de anátida, volaban rectas con un batir rápido de alas. Al observar bien, las pudimos identificar como negrón común.

Negrón común (Melanitta nigra). Foto: Samuel de la Torre

Sin quitar la vista del mar, el "esferzo" seguía dando sus frutos. Ahora un bando de ostreros volaban paralelos a los cortados rocosos dirección sur.

Foto: Nuria Marugán

Ostrero (Haematopus ostralegus). Foto: Samuel de la Torre

A ras de agua algunas pardelas baleares que batían las alas rápidamente, y más grandes y comunes, las pardelas cenicientas hacían las delicias de todos nosotros con la observación de su ágil e hipnotizante vuelo.

Pardela Cenicienta (Calonectris diomedea). Foto: Fabián Luján

La tarde seguía avanzando, el sol cayendo por el horizonte y entre alcatraces, descubrimos nuestro primer págalo grande.

Págalo grande (Catharacta skua). Foto: Fabián Luján.

El sol y las nubes coloreaban el final de nuestro primer día de vacaciones, dejándonos una buena ristra de observaciones pajareras y una preciosa puesta de sol que quedará grabada en el recuerdo de cada cual.

Cabo Touriñan. Foto: Nuria Marugán


Cabo Touriñan. Foto: Nuria Marugán


Puesta de sol desde Cabo Touriñan. Foto: Ricardo Rodero