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viernes, 3 de julio de 2020

Embalse de Guadalix de la Sierra.

Durante el mes de junio hemos hecho un par de salidas al embalse de Guadalix de la Sierra. Las lluvias del año han hecho que el embalse esté pletórico de vida. Iniciando el recorrido, escuchamos el potente canto del carricero tordal en la zona de espadañas. Cuando la vegetación cambia a orla espinosa, surge en lo alto de las ramillas el cantarín zarcero común.


Cuando se inunda la cola del embalse por las precipitaciones durante el invierno y la primavera, se dan las condiciones idóneas para que críen con facilidad fochas y somormujos.


No faltan las garzas reales por sus orillas, aunque estas de momento no han criado ningún año en la zona.


Su pariente la garza imperial, es menos común, pero de vez en cuando nos alegran con su presencia en sus pasos migratorios.


El repetido reclamo del buitrón nos hace descubrirlo primero en vuelo y luego posado en un arbusto.


Este año se ha vuelto a crear una colonia de garcillas bueyeras, quizás demasiado tardía. Parece que los recientes calores están evaporando a buen ritmo el agua, poniendo en riesgo el éxito reproductivo.


Esta temporada se ha reproducido con éxito al menos una pareja de tarro blanco, por segunda vez consecutiva,  y otra de porrón común, de reproducción irregular. Al contrario que la reproducción de ánade friso, que hacen del embalse de Guadalix uno de los lugares más importantes para la reproducción de la especie en Madrid.


El ánade real es la anátida más común y se reproduce con facilidad en el lugar.


En las saucedas del limite del embalse se mueven bastantes pajarillos, y pudimos descubrir a un joven críalo.


Los galápagos leprosos no dudan en solearse con los rayos de la tarde.


Mientras, por los limos de la orilla se alimentan las cigüeñuelas. Otra especie que se estableció como reproductora hace algunos años. Cerca descubrimos a un pollo del año.



Las gallinetas también son comunes en las zonas con más vegetación, aunque de vez en cuando se las puede sorprender más expuestas andando por la orilla.


Y el atardecer nos trae la llegada de martinetes. Una de las tardes llegamos a contabilizar hasta 15 individuos.



viernes, 26 de junio de 2020

¡MUY CUCO EL CRÍALO!

En España tenemos dos especies de cucos: el Críalo europeo (Clamator glandarius) y el Cuco común (Cuculus canorus). La peculiaridad de estas especies de cucos es su estrategia reproductora, basado en la parasitación de nidos de otras aves. Ponen sus huevos en nidos de otras especies, logrando engañar a sus hospedadores, que criarán a los pollos ajenos sin darse cuenta.

Urraca alimentando a Críalo (Fotografía Pedro Sanz)
El críalo, está especializado en parasitación de córvidos, principalmente urracas (Pica pica). Este cucúlido es capaz de alimentarse casi en exclusiva de orugas de todo tipo, incluso las que están protegidas por sustancias tóxicas o pelos urticantes. España cuenta con la mayor población europea de la especie, unas 55.000 parejas, que, por el momento, no parecen presentar graves problemas de conservación.
Críalo europeo (Clamator glandarius).  (Fotografía Pedro Sanz)
Es un ave de tamaño medio, morfológicamente muy semejante al cuco, del que se diferencia por su aspecto más esbelto, por tener una cola más larga y por el colorido del plumaje. Este es de tono marrón grisáceo en las regiones dorsales, que aparecen salpicadas de motas blancas, al igual que ocurre con las plumas del ala. La zona ventral es de color blanquecino, con la garganta teñida de ocre-amarillento. En la cabeza luce un capirote de color gris plateado —que remata en una pequeña cresta ligeramente eréctil— y un anillo ocular rojo. El joven presenta una coloración incluso más vistosa que los adultos, pues exhibe un intenso color achocolatado con abundantes motas blancas en el dorso y unas regiones ventrales blancas, que se tornan amarillo-ocráceas en pecho y cuello. Las plumas de vuelo poseen un vistoso color rojizo, en tanto que el capirote es negro y el anillo ocular más conspicuo que el de los adultos.
Pollos de Críalo con su familiar adoptivo, la Urraca  (Fotografía Pedro Sanz)
En Colmenar Viejo tenemos la gran suerte de tener una buena población de Críalos, con una estrecha relación con las Urracas colmenareñas. Cada año vemos como la inteligente Urraca es engañada muy a su pesar, disfrutando de escenas como estas en un tejado de la localidad madrileña.
Urraca alimentando a pollos de Críalo  (Fotografía Pedro Sanz)
Más información: 
http://anapri-asociacionnaturalistaprimilla.blogspot.com/2016/06/cucos.html

viernes, 3 de junio de 2016

"Cucos"

En España tenemos dos especies de cucos: el críalo europeo (Clamator glandarius) y el cuco común (Cuculus canorus). La peculiaridad de estas especies de cucos es su estrategia reproductora, basado en la parasitación de nidos de otras aves.
El críalo, está especializado en parasitación de córvidos, principalmente urracas. Este cucúlido es capaz de alimentarse casi en exclusiva de orugas de todo tipo, incluso las que están protegidas por sustancias tóxicas o pelos urticantes. España cuenta con la mayor población europea de la especie, unas 55.000 parejas, que, por el momento, no parecen presentar graves problemas de conservación.
Es un ave de tamaño medio, morfológicamente muy semejante al cuco, del que se diferencia por su aspecto más esbelto, por tener una cola más larga y por el colorido del plumaje. Este es de tono marrón grisáceo en las regiones dorsales, que aparecen salpicadas de motas blancas, al igual que ocurre con las plumas del ala. La zona ventral es de color blanquecino, con la garganta teñida de ocre-amarillento. En la cabeza luce un capirote de color gris plateado —que remata en una pequeña cresta ligeramente eréctil— y un anillo ocular rojo. El joven presenta una coloración incluso más vistosa que los adultos, pues exhibe un intenso color achocolatado con abundantes motas blancas en el dorso y unas regiones ventrales blancas, que se tornan amarillo-ocráceas en pecho y cuello. Las plumas de vuelo poseen un vistoso color rojizo, en tanto que el capirote es negro y el anillo ocular más conspicuo que el de los adultos .


Críalo europeo (Clamator glandarius)


La especie se distribuye por diferentes regiones del centro y sur de África, con algunas poblaciones aisladas en el norte del continente, así como en Oriente Medio. En Europa es un ave estival que aparece en diferentes regiones de la cuenca mediterránea, como la Península Ibérica, Turquía, el sur de Francia, Italia y Chipre. La subespecie presente en Europa y la mitad septentrional de África es glandarius.
Se distribuye por gran parte del territorio peninsular, si bien resulta muy escaso en toda la franja norte y Galicia. Asimismo, evita las áreas montañosas de gran altitud. En la mitad sur presenta una distribución bastante fragmentaria, aunque puede ser abundante en algunos puntos. No aparece como reproductor en Canarias, Ceuta y Melilla; en Baleares se encuentra ocasionalmente, pero no cría.
 Las poblaciones asentadas en las áreas más distantes de distribución de la especie —esto es, las mediterráneas y las surafricanas— se comportan como migradoras e invernan en las regiones tropicales de África, donde coinciden con la población residente local. La migración posnupcial es bastante temprana en el caso de las poblaciones reproductoras del hemisferio norte, ya que puede iniciarse en el mes de julio, aunque se prolonga hasta septiembre. El retorno a las áreas de cría se verifica ya a lo largo de febrero.
Se estima que la población europea se sitúa en 56.000-71.000 parejas reproductoras, la mayoría de las cuales (55.000-64.000) se localiza en nuestro territorio. Aunque falta información para establecer una tendencia poblacional general, algunos trabajos han documentado incrementos de más del 25%

Críalo europeo (Clamator glandarius)

El críalo se instala en lugares donde abunden las especies a las que parasita, en particular, la urraca. Por tal motivo, es más frecuente en áreas abiertas o semiarboladas, con campos de cultivo, bosquetes de diferentes especies (preferentemente pinares), dehesas, vegas y paisajes agrarios en
mosaico, desde el nivel del mar hasta los 1.300 metros de altitud.
Se alimenta, básicamente, de orugas de mariposas y polillas, incluidas las especies dotadas de defensas urticantes o tóxicas a las que no acceden otras aves, gracias a lo cual evita la competencia por los recursos alimenticios. Es habitual que frote contra el suelo o la corteza de los árboles a ciertas orugas —como la procesionaria del pino, una de sus presas habituales— para despojarlas de los pelos urticantes y minimizar así sus desagradables efectos. El espectro alimentario de este cucúlido se completa con hormigas, saltamontes, moluscos y algún pequeño vertebrado.
La especie practica lo que se denomina nidoparasitismo, es decir, deposita sus huevos en el nido de otra ave —normalmente, una urraca—, que hará las veces de hospedadora, incubando y posteriormente alimentando a los descendientes del críalo, que evitará de este modo la costosa inversión energética que supone sacar adelante una nidada. La biología reproductora del críalo está estrechamente ligada al ciclo vital de la urraca, de manera que cuando estas comienzan a realizar sus puestas, se desencadena en la hembra del parásito un mecanismo fisiológico que la lleva a producir un elevado número de huevos, gracias a lo cual una sola pareja de estos cucúlidos puede parasitar en una temporada hasta 25 nidos de urraca. Los huevos —que imitan a la perfección a los de la especie parasitada— han de colocarse en el nido seleccionado durante la ausencia de sus propietarios. Para lograrlo, es frecuente que el macho de críalo atraiga la atención de la pareja de urracas, momento que aprovecha la hembra para depositar de uno a tres huevos en el nido de los córvidos, no sin antes dañar o tirar una parte de la puesta legítima, preparando de este modo el camino a sus descendientes. Tras un periodo de 11-15 días de incubación por parte del huésped, eclosionan los huevos parásitos con un adelanto de cinco o seis días frente a los de urraca. Los pollos de críalo suelen acabar pronto con las crías de urraca que han llegado a eclosionar, aunque no empujándolas fuera del nido como hace el cuco, sino mediante competencia por el alimento o por asfixia y aplastamiento gracias a su mayor grado de desarrollo y corpulencia. Los jóvenes intrusos exigirán incesante y vehementemente los cuidados de la pareja parasitada durante algo menos de tres semanas y se unirán, unos pocos días después de abandonar el nido, a sus padres biológicos, junto a los que emprenderán la migración hacia África. Además de la urraca —especie seleccionada con más frecuencia—, el críalo también puede parasitar a otros córvidos, como cornejas, arrendajos o rabilargos.

Críalo europeo (Clamator glandarius)

Se considera una especie amenazada en su conjunto, que ya ha desaparecido de algunas de sus áreas de reproducción (como el norte de África). En nuestro territorio, en cambio, debido a la abundancia de las especies parasitadas y a la gran diversidad de hábitats que ocupa, el críalo no parece presentar especiales problemas de conservación, aunque sus poblaciones pueden fluctuar de unas temporadas a otras. Aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.
En cuanto al cuco,  decir que sus peculiares hábitos reproductores, basados en el parasitismo, constituyen, sin duda, la principal seña de identidad de este pájaro migrador e insectívoro, cuya dieta se basa en el consumo de larvas de diferentes lepidópteros. Más de un centenar de especies de pequeñas y medianas aves insectívoras pueden llegar a ser víctimas del sorprendente comportamiento parásito de este popular cucúlido.
Esta ave, de tamaño medio y aspecto estilizado, se caracteriza por poseer una larga cola y unas alas apuntadas, por lo que su silueta puede confundirse en vuelo con la de una pequeña rapaz, como el cernícalo vulgar o el gavilán. En la coloración del macho dominan los tonos grises, sobre todo en el dorso, la cabeza y el cuello. Por su parte, las regiones ventrales son blancas, pero finamente barreadas. La hembra puede lucir dos tipos de plumaje: uno grisáceo, muy parecido al del macho, y otro rojizo, bastante menos frecuente que el anterior. Los inmaduros se asemejan en parte a las hembras de fase rojiza, aunque tienen las plumas orladas de blanco y una característica mancha blanca en la nuca.

Cuco común (Cuculus canorus)

La especie se encuentra muy ampliamente distribuida por gran parte de Europa, Asia y el norte de África. El área de invernada se localiza en el África subtropical y meridional.
En nuestro país está presente la subespecie bangsi, una de las cuatro reconocidas, extendida también por el norte de África. Con la única excepción del archipiélago canario y Melilla, se puede considerar que el cuco es un residente estival en la práctica totalidad de nuestro territorio, donde evita, sin embargo, las más altas cumbres montañosas, las regiones muy deforestadas, los paisajes subdesérticos y las zonas excesivamente urbanizadas.
Especie estrictamente migradora, toda la población del Paleártico occidental —incluidos los individuos del Magreb— pasa la estación desfavorable en zonas tropicales o subtropicales del continente africano. La migración posnupcial acontece en agosto y septiembre, en tanto que el regreso a las áreas de cría tiene lugar alrededor del mes de abril.
En Europa se estima una población reproductora de 1,4-4 millones de parejas, mientras que el contingente español se ha calculado entre 143.000 y 320.000 parejas. La tendencia poblacional en nuestro país durante las últimas décadas no está muy clara, pues los trabajos existentes al respecto son parciales y siguen metodologías dispares. En conjunto parecen indicar un descenso poblacional del que la especie comienza a recuperarse, tal y como se desprende de los datos obtenidos por el programa SACRE, donde se ha documentado un incremento del 37% para el periodo 1998-2005.
Cuco común (Cuculus canorus)

Ocupa toda clase de ambientes forestales, con independencia de la densidad del arbolado, del grado de madurez del mismo y de la especie forestal dominante, de manera que puede instalarse tanto en bosques cerrados de encinas, robles, pinos o alcornoques, como en dehesas, sotos fluviales, hayedos, quejigares o abetales. Alcanza las máximas densidades, sin embargo, en formaciones de tipo atlántico. Por otro lado, parece bastante común en las inmediaciones de humedales con abundante vegetación palustre, donde habitan varias de las aves a las que suele parasitar con mayor frecuencia.
Presenta una dieta netamente insectívora y basada en el consumo habitual de larvas de diferentes especies de lepidópteros (mariposas), incluidas las que disponen de mecanismos de defensa, como pelos urticantes o sustancias tóxicas. También consume escarabajos, saltamontes, grillos, lombrices y algún pequeño vertebrado.
La estrategia reproductora del cuco se basa en el nidoparasitismo, es decir, en depositar sus huevos dentro del nido de otra especie, la cual se encargará de la incubación, el cuidado y la manutención de la descendencia del parásito. Cada hembra de cuco produce una gran cantidad de huevos —hasta 25—, que serán colocados de uno en uno —rara vez dos— en nidos previamente seleccionados. Si la pareja propietaria no detecta la intrusión, incubará el huevo parásito —que imita en diseño y colorido a los propios— durante 12 días. La eclosión del cuco suele anticiparse varios días a la de los pollos legítimos, lo que le permite deshacerse del resto de los huevos o de los polluelos recién nacidos, que serán arrojados fuera del nido por el intruso. A partir de ese momento, el joven cuco recibirá en exclusiva todas las atenciones de los propietarios del nido asaltado, a los que, con frecuencia, supera considerablemente en volumen (dibujo 5). La estancia del cuco en el nido se prolonga durante 13- 20 días, tras los cuales emprenderá una vida independiente. Cada hembra de cuco se especializa en parasitar a una especie en concreto —probablemente la misma que la crio—, por lo que manifiesta una extraordinaria capacidad para imitar con gran perfección sus huevos. Se han documentado más de 100 especies parasitadas, y entre las más frecuentes se encuentran el acentor común, el carricero común, el petirrojo y el bisbita común.
Debido a su peculiar estrategia reproductora, el cuco resulta poco sensible a las alteraciones del hábitat, si bien a escala local puede verse afectado por los incendios forestales, las transformaciones agrícolas, el uso de insecticidas —que disminuyen la oferta de presas— y la eliminación del arbolado en riberas y setos.
Cuco común (Cuculus canorus)

Mención especial merecen, por las repercusiones negativas que acarrean para la especie, los esfuerzos que se realizan para erradicar las orugas de procesionaria del pino, que constituyen un recurso alimentario de primera magnitud para esta ave. No se descarta, por otro lado, la existencia de problemas de conservación y amenazas tanto en sus áreas de invernada como a lo largo del prolongado viaje migratorio. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se incluye en la categoría “De interés especial”.

*** Toda la información sacada de la guía de aves online de SEO/Birdlife.

sábado, 23 de abril de 2016

Primavera lluviosa.

El invierno seco que hemos vivido poco hacía presagiar la primavera tan lluviosa que llevamos. La falta de tiempo libre por el trabajo y todas estas lluvias, nos han cortado un poco a la hora de salir al campito, pero el otro día, aún a riesgo de mojarnos, nos dimos de nuevo una vuelta por nuestra querida dehesa de navalvillar.
El arroyo Tejada rebosante y el campo bien encharcado y humedecido, nos recibían en la mañana del pasado 17 de Abril.
Los ruiseñores comunes se van asentando en sus territorios y los alcaudones comunes resaltan como bolitas blancas impolutas en las ramas de los majuelos.
La primera sorpresa, fué observar un pájaro moscón reclamando y alimentándose en las ramas de un sauce. Esta especie es poco común en la dehesa, si bien, un poco más abajo, por el arroyo Tejada, ya ha habido algún intento reproductor en años anteriores.
Pudimos localizar una jabalina entre la vegetación. Al localizarnos y tras la conveniente señal de alarma, salió disparada seguida de 7-8 rayones.
Otra observación interesante, fué observar a un aguililla calzada secándose las plumas, con las alas abiertas, posada sobre una roca.

Aguililla calzada

Ratoneros, milanos reales y milanos negros, son otras de las rapaces que se pueden ver. En algunas ocasiones interactuando entre ellas, para defender territorios o simplemante como juegos.

Aguililla calzada-Milano negro. Foto Rafa Gómez

Además de cuco, vimos varios individuos de críalo. Preciosa ave, que además es muy beneficiosa al alimentarse de ingentes cantidades de orugas, evitándo así posibles plagas peligrosas.

Críalo (Clamator glandarius). Foto Rafa Gómez

Tampoco faltó a la cita la bonita curruca carrasqueña, que junto a la cabecinegra, rabilarga y capirotada, fueron los representantes de los sílvidos en este día.

Curruca carrasqueña (Sylvia Cantillans). Foto Rafa Gómez.

Como casi siempre, observamos los vuelos y planeos de los buitres leonados y algunos buitres negros. Además cuervos, grajillas, chovas piquirrojas y urracas.

Buitre negro (Aegypius monachus). Foto Rafa Gómez.

También encontramos algunas collalbas grises en paso, además de una pareja de tarros canelos en vuelo.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe). Foto Rafa Gómez.

Una nueva mañana de pleno disfrute en la naturaleza, con los pies encharcados, eso sí. Pero sarna con gusto no pica.

domingo, 17 de mayo de 2015

Seguimiento de fauna en dehesa de navalvillar.

Esta mañana, sin programación previa, hemos madrugado y nos hemos dado una vuelta por nuestra dehesa. En la medida de lo posible, intentamos hacer un recorrido quincenal. A las 7:00h de la mañana ya estábamos prospectando. Inicio de la mañana fresquito, nada que ver con el calorcito que nos vendría después. A quien madruga, dicen que alguien le ayuda. Pués algo de eso se ha cumplido. Mientras buscaba un alcaudon real del que había escuchado su reclamo, frente a mí, a unos 50m, una hembra de corzo se aseaba la espalda con su lengua ajena a mi presencia. Son curiosos estos encuentros y las reacciones posteriores. En otras ocasiones, nada más descubrirme, salen zumbando. En esta ocasión, quizás pensando que no la había visto, hemos estado mirándonos mutuamente,quietos, inmóviles, durante unos minutos y después se ha perdido tranquilamente andando entre la vegetación. Esto hace unos años no era posible en nuestra dehesa. Afortunadamente, la expansión natural de la especie, nos está proporcionando momentos muy emocionantes.

Hembra de corzo (Capreolus capreolus)

Abundantes conejos salían a nuestro paso, base de la dieta de muchos depredadores como milanos, águila calzada, imperial y zorro, que también hemos visto hoy.
Ruiseñores y zarceros amenizaban con sus cantos el camino y en las ramas altas, secas, de algunos majuelos y rosales silvestres, hemos disfrutado del bonito colorido de algunos abejarucos.

Abejaruco (Merops apiaster)

Difíciles de ver, por escasas y discretas, las tórtolas comunes, que hoy hemos podido escuchar. Hemos tenido la suerte de que una de ellas se ha posado relativamente cerca en un fresno y la hemos observado un buen rato.

Tórtola europea (Streptopelia turtur)
Algunas parejas de mitos, estorninos, abubillas y cogujadas alimentaban a su prole ya volada del nido. Otras como pinzones y jilgueros las hemos descubierto aportando material para los suyos.
En la misma zona que la última vez, un críalo se ha dejado acercar bastante.

Críalo (Clamator glandarius)

Buena representación de currucas. Capirotadas, carrasqueñas, cabecinegras, mirlonas y rabilargas. Estas últimas, moviéndose entre las retamas, que ahora mismo están super floridas.

Retamas en flor

Ya con el molesto calor reinante, hemos descubierto un par de collalbas rubias y en las zonas de sombra, algún macho de lagartija colilarga.

Collalba rubia (Oenanthe hispánica)

A las 14:00h con un calor sofocante, terminábamos nuestro recorrido.

sábado, 11 de abril de 2015

Lunes en la dehesa

El pasado lunes realizamos un recorrido más por nuestra dehesa de Navalvillar. Estos recorridos forman parte de un proyecto en el que recopilamos datos de la fauna que habita en la dehesa y que nos proporciona un mayor conocimiento de la fauna que nos rodea.
Desde primera hora de la mañana comenzamos a anotar las especies presentes. En el arroyo Tejada cantaban los recién llegados ruiseñores comunes. Las urracas salían de sus dormideros y sorprendemos a los milanos reales volando y alguno de ellos descansando en la rama de un fresno.

Milanos real

Cetia ruiseñor, mirlos y el persistente canto de las abubillas, además de conejos y gazapitos nos acompañan en el camino. Al menos una pareja de escandalosos críalos vuelan de un árbol a otro, perseguidos en más de una ocasión por las urracas. Para quien no lo sepa, el críalo es una especie parásita de la urraca. Pone un huevo en los nidos de estas y sin darse cuenta, las urracas crían a los pollos como suyos. También escuchamos varios cucos cantando. Al igual que los críalos, es una especie parásita, en este caso, de pajarillos más pequeños.

Críalo

Una peculiaridad que es común en ambas especies es que se alimentan de orugas. Orugas como la de la foto, perteneciente a una especie de mariposa nocturna (polilla) endémica de la península ibérica, llamada Chondrostega vandalicia. La mariposa, mucho menos llamativa que su oruga.

Chondrostega vandalicia

Los últimos invernantes se resisten a abandonar nuestras tierras. Todavía se ve zorzal común, mosquitero común, curruca capirotada y petirrojo. En el caso del petirrojo, descubrimos a un individuo con material para el nido en el pico. Muy pocos petirrojos crían en la dehesa. Me atrevería a decir que una o dos parejas y no todos los años.
Mientras ya se va estableciendo la población reproductora de muchas especies, otras siguen con sus viajes migratorios.
Sorprendimos a un machito de curruca tomillera. Especie que detectamos en muy poquitas ocasiones en nuestros recorridos y sólo en sus migraciones.

Curruca tomillera

También pudimos ver a un macho de papamoscas cerrojillo, también en migración, ya que sus zonas de reproducción más cercanas se encuentran en robledales de la sierra. Esta especie se detecta mucho mejor y de manera mucho más abundante en sus pasos migratorios postnupciales.

Papamoscas cerrojillo

De rapaces, además de milano real, vimos milano negro, buitre leonado, buitre negro, ratonero, aguililla calzada y halcón peregrino. Y en representación de las nocturnas, un mochuelo reclamó en varias ocasiones.
Varias liebres y un par de corzos representaron a los mamíferos y larvas de sapo corredor y rana común como representantes de los anfibios.
Un par de andarríos grande y una bonita collalba rubia, ambos en paso migratorio, engrosaron el listado de especies vistas en este día.

Collalba rubia

sábado, 4 de junio de 2011

¿Qué soy? Soy un críalo europeo (Clamator glandarius) Fotoidentificación Mayo.

El críalo europeo (Clamator glandarius) es un ave que se distribuye por la mayor parte del continente africano, aunque preferentemente cría en el área subsahariana. Las poblaciones más norteñas se localizan en zonas mediterráneas, concretamente en la península ibérica, sur de Francia, Italia, Grecia Chipre, Bulgaria, Turquía, Irán, Irak y Egipto.
En España se le puede ver en la mayoría de las provincias, salvo en la cornisa cantábrica (País Vasco, Santander y Asturias) y Galicia donde llega a ser muy rara.



En la mitad sur es más abundante, donde aparece de forma más o menos discontinua, evitando las cordilleras montañosas para reproducirse. Esta discontinuidad puede ser debida a los dos factores principales que explican su distribución. Uno de ellos está relacionado con su estrategia reproductora, ya que el críalo es un ave que parasita principalmente a las urracas, y por tanto, necesitan encontrar nidos de esta especie hospedadora para reproducirse. El segundo factor está relacionado con sus hábitos alimenticios, ya que su dieta está basada en larvas defoliadoras, y es la procesionaria del pino su principal fuente alimenticia, por lo que prefiere zonas próximas a bosques de pinos. La especialización en este tipo de larvas implica una baja competencia con otras especies, ya que muy pocas pueden ingerir estas larvas con altas concentraciones de productos químicos urticantes. La urraca y la corneja son sus principales hospedadores en la península ibérica, por lo que el hábitat donde cría coincide con el de éstas: zonas más o menos abiertas, sotos, setos arbolados, bosquetes, parques, cultivos de frutales, vegas, encinares y otros bosques aclarados.
Especie estival, llegan a España entre febrero y abril y regresan a África en agosto-septiembre.
En Colmenar Viejo (Madrid), el hábitat apropiado y la abundante población de urraca, hace que sea común la presencia de críalo como reproductor.