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viernes, 26 de junio de 2020

¡MUY CUCO EL CRÍALO!

En España tenemos dos especies de cucos: el Críalo europeo (Clamator glandarius) y el Cuco común (Cuculus canorus). La peculiaridad de estas especies de cucos es su estrategia reproductora, basado en la parasitación de nidos de otras aves. Ponen sus huevos en nidos de otras especies, logrando engañar a sus hospedadores, que criarán a los pollos ajenos sin darse cuenta.

Urraca alimentando a Críalo (Fotografía Pedro Sanz)
El críalo, está especializado en parasitación de córvidos, principalmente urracas (Pica pica). Este cucúlido es capaz de alimentarse casi en exclusiva de orugas de todo tipo, incluso las que están protegidas por sustancias tóxicas o pelos urticantes. España cuenta con la mayor población europea de la especie, unas 55.000 parejas, que, por el momento, no parecen presentar graves problemas de conservación.
Críalo europeo (Clamator glandarius).  (Fotografía Pedro Sanz)
Es un ave de tamaño medio, morfológicamente muy semejante al cuco, del que se diferencia por su aspecto más esbelto, por tener una cola más larga y por el colorido del plumaje. Este es de tono marrón grisáceo en las regiones dorsales, que aparecen salpicadas de motas blancas, al igual que ocurre con las plumas del ala. La zona ventral es de color blanquecino, con la garganta teñida de ocre-amarillento. En la cabeza luce un capirote de color gris plateado —que remata en una pequeña cresta ligeramente eréctil— y un anillo ocular rojo. El joven presenta una coloración incluso más vistosa que los adultos, pues exhibe un intenso color achocolatado con abundantes motas blancas en el dorso y unas regiones ventrales blancas, que se tornan amarillo-ocráceas en pecho y cuello. Las plumas de vuelo poseen un vistoso color rojizo, en tanto que el capirote es negro y el anillo ocular más conspicuo que el de los adultos.
Pollos de Críalo con su familiar adoptivo, la Urraca  (Fotografía Pedro Sanz)
En Colmenar Viejo tenemos la gran suerte de tener una buena población de Críalos, con una estrecha relación con las Urracas colmenareñas. Cada año vemos como la inteligente Urraca es engañada muy a su pesar, disfrutando de escenas como estas en un tejado de la localidad madrileña.
Urraca alimentando a pollos de Críalo  (Fotografía Pedro Sanz)
Más información: 
http://anapri-asociacionnaturalistaprimilla.blogspot.com/2016/06/cucos.html

sábado, 18 de mayo de 2019

Aves del biomaratón

Como bien sabéis, Anapri participamos un año más en el Biomaratón 2019 y nuestras observaciones engrosaron y fueron importantes para los resultados de la ciudad de Madrid. Para nosotros, representa también una oportunidad para testear los seres vivos que nos rodean en nuestro municipio de Colmenar Viejo. Tenemos un especial cariño y nos interesan bastante las aves. A lo largo de estos 4 días, conseguimos localizar casi 90 especies diferentes de estos vistosos vecinos.

Curruca mirlona (Sylvia hortensis)
En varias ocasiones pudimos escuchar y ver a una de las currucas más grandes, las currucas mirlonas, en franco aumento en nuestro territorio en los últimos años.
Bastante más escasas, pero muy fieles a su ruta migratoria, conseguimos ver casi una treintena de palomas zuritas, que en Colmenar se ven muy poquito y que tienen en la finca de la Suerte Ampanera, un lugar de alimentación habitual y parada en su migración hacia el norte durante los meses de abril y mayo.

Paloma zurita (Columba oenas)
Entre las rapaces, disfrutamos de águila imperial ibérica, buitre negro, buitre leonado, milano real, milano negro, aguililla calzada, ratonero, cernicalo vulgar, cernícalo primilla y águila culebrera.

Águila culebrera (Circaetus gallicus)
Infinidad de pajarillos, y siempre observando el cuco, en busca de algún descuido para poner los huevos en nido ajeno.

Cuco (Cuculus canorus)
Especialmente grata es la presencia del sisón, que desgraciadamente atraviesa una crítica disminución en sus efectivos, por diferentes problemas, entre los que se encuentran la Política Agraria Comunitaria, el uso de pesticidas en los cultivos, la disminución de la agricultura tradicional con barbechos, etc.

Sisón (Tetrax tetrax)
Abejarucos y abubillas, fueron otras de las vistosas aves que se dejaron ver en estos cuatro intensos días de competición.

Abubilla (Upupa epops)

viernes, 3 de junio de 2016

"Cucos"

En España tenemos dos especies de cucos: el críalo europeo (Clamator glandarius) y el cuco común (Cuculus canorus). La peculiaridad de estas especies de cucos es su estrategia reproductora, basado en la parasitación de nidos de otras aves.
El críalo, está especializado en parasitación de córvidos, principalmente urracas. Este cucúlido es capaz de alimentarse casi en exclusiva de orugas de todo tipo, incluso las que están protegidas por sustancias tóxicas o pelos urticantes. España cuenta con la mayor población europea de la especie, unas 55.000 parejas, que, por el momento, no parecen presentar graves problemas de conservación.
Es un ave de tamaño medio, morfológicamente muy semejante al cuco, del que se diferencia por su aspecto más esbelto, por tener una cola más larga y por el colorido del plumaje. Este es de tono marrón grisáceo en las regiones dorsales, que aparecen salpicadas de motas blancas, al igual que ocurre con las plumas del ala. La zona ventral es de color blanquecino, con la garganta teñida de ocre-amarillento. En la cabeza luce un capirote de color gris plateado —que remata en una pequeña cresta ligeramente eréctil— y un anillo ocular rojo. El joven presenta una coloración incluso más vistosa que los adultos, pues exhibe un intenso color achocolatado con abundantes motas blancas en el dorso y unas regiones ventrales blancas, que se tornan amarillo-ocráceas en pecho y cuello. Las plumas de vuelo poseen un vistoso color rojizo, en tanto que el capirote es negro y el anillo ocular más conspicuo que el de los adultos .


Críalo europeo (Clamator glandarius)


La especie se distribuye por diferentes regiones del centro y sur de África, con algunas poblaciones aisladas en el norte del continente, así como en Oriente Medio. En Europa es un ave estival que aparece en diferentes regiones de la cuenca mediterránea, como la Península Ibérica, Turquía, el sur de Francia, Italia y Chipre. La subespecie presente en Europa y la mitad septentrional de África es glandarius.
Se distribuye por gran parte del territorio peninsular, si bien resulta muy escaso en toda la franja norte y Galicia. Asimismo, evita las áreas montañosas de gran altitud. En la mitad sur presenta una distribución bastante fragmentaria, aunque puede ser abundante en algunos puntos. No aparece como reproductor en Canarias, Ceuta y Melilla; en Baleares se encuentra ocasionalmente, pero no cría.
 Las poblaciones asentadas en las áreas más distantes de distribución de la especie —esto es, las mediterráneas y las surafricanas— se comportan como migradoras e invernan en las regiones tropicales de África, donde coinciden con la población residente local. La migración posnupcial es bastante temprana en el caso de las poblaciones reproductoras del hemisferio norte, ya que puede iniciarse en el mes de julio, aunque se prolonga hasta septiembre. El retorno a las áreas de cría se verifica ya a lo largo de febrero.
Se estima que la población europea se sitúa en 56.000-71.000 parejas reproductoras, la mayoría de las cuales (55.000-64.000) se localiza en nuestro territorio. Aunque falta información para establecer una tendencia poblacional general, algunos trabajos han documentado incrementos de más del 25%

Críalo europeo (Clamator glandarius)

El críalo se instala en lugares donde abunden las especies a las que parasita, en particular, la urraca. Por tal motivo, es más frecuente en áreas abiertas o semiarboladas, con campos de cultivo, bosquetes de diferentes especies (preferentemente pinares), dehesas, vegas y paisajes agrarios en
mosaico, desde el nivel del mar hasta los 1.300 metros de altitud.
Se alimenta, básicamente, de orugas de mariposas y polillas, incluidas las especies dotadas de defensas urticantes o tóxicas a las que no acceden otras aves, gracias a lo cual evita la competencia por los recursos alimenticios. Es habitual que frote contra el suelo o la corteza de los árboles a ciertas orugas —como la procesionaria del pino, una de sus presas habituales— para despojarlas de los pelos urticantes y minimizar así sus desagradables efectos. El espectro alimentario de este cucúlido se completa con hormigas, saltamontes, moluscos y algún pequeño vertebrado.
La especie practica lo que se denomina nidoparasitismo, es decir, deposita sus huevos en el nido de otra ave —normalmente, una urraca—, que hará las veces de hospedadora, incubando y posteriormente alimentando a los descendientes del críalo, que evitará de este modo la costosa inversión energética que supone sacar adelante una nidada. La biología reproductora del críalo está estrechamente ligada al ciclo vital de la urraca, de manera que cuando estas comienzan a realizar sus puestas, se desencadena en la hembra del parásito un mecanismo fisiológico que la lleva a producir un elevado número de huevos, gracias a lo cual una sola pareja de estos cucúlidos puede parasitar en una temporada hasta 25 nidos de urraca. Los huevos —que imitan a la perfección a los de la especie parasitada— han de colocarse en el nido seleccionado durante la ausencia de sus propietarios. Para lograrlo, es frecuente que el macho de críalo atraiga la atención de la pareja de urracas, momento que aprovecha la hembra para depositar de uno a tres huevos en el nido de los córvidos, no sin antes dañar o tirar una parte de la puesta legítima, preparando de este modo el camino a sus descendientes. Tras un periodo de 11-15 días de incubación por parte del huésped, eclosionan los huevos parásitos con un adelanto de cinco o seis días frente a los de urraca. Los pollos de críalo suelen acabar pronto con las crías de urraca que han llegado a eclosionar, aunque no empujándolas fuera del nido como hace el cuco, sino mediante competencia por el alimento o por asfixia y aplastamiento gracias a su mayor grado de desarrollo y corpulencia. Los jóvenes intrusos exigirán incesante y vehementemente los cuidados de la pareja parasitada durante algo menos de tres semanas y se unirán, unos pocos días después de abandonar el nido, a sus padres biológicos, junto a los que emprenderán la migración hacia África. Además de la urraca —especie seleccionada con más frecuencia—, el críalo también puede parasitar a otros córvidos, como cornejas, arrendajos o rabilargos.

Críalo europeo (Clamator glandarius)

Se considera una especie amenazada en su conjunto, que ya ha desaparecido de algunas de sus áreas de reproducción (como el norte de África). En nuestro territorio, en cambio, debido a la abundancia de las especies parasitadas y a la gran diversidad de hábitats que ocupa, el críalo no parece presentar especiales problemas de conservación, aunque sus poblaciones pueden fluctuar de unas temporadas a otras. Aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.
En cuanto al cuco,  decir que sus peculiares hábitos reproductores, basados en el parasitismo, constituyen, sin duda, la principal seña de identidad de este pájaro migrador e insectívoro, cuya dieta se basa en el consumo de larvas de diferentes lepidópteros. Más de un centenar de especies de pequeñas y medianas aves insectívoras pueden llegar a ser víctimas del sorprendente comportamiento parásito de este popular cucúlido.
Esta ave, de tamaño medio y aspecto estilizado, se caracteriza por poseer una larga cola y unas alas apuntadas, por lo que su silueta puede confundirse en vuelo con la de una pequeña rapaz, como el cernícalo vulgar o el gavilán. En la coloración del macho dominan los tonos grises, sobre todo en el dorso, la cabeza y el cuello. Por su parte, las regiones ventrales son blancas, pero finamente barreadas. La hembra puede lucir dos tipos de plumaje: uno grisáceo, muy parecido al del macho, y otro rojizo, bastante menos frecuente que el anterior. Los inmaduros se asemejan en parte a las hembras de fase rojiza, aunque tienen las plumas orladas de blanco y una característica mancha blanca en la nuca.

Cuco común (Cuculus canorus)

La especie se encuentra muy ampliamente distribuida por gran parte de Europa, Asia y el norte de África. El área de invernada se localiza en el África subtropical y meridional.
En nuestro país está presente la subespecie bangsi, una de las cuatro reconocidas, extendida también por el norte de África. Con la única excepción del archipiélago canario y Melilla, se puede considerar que el cuco es un residente estival en la práctica totalidad de nuestro territorio, donde evita, sin embargo, las más altas cumbres montañosas, las regiones muy deforestadas, los paisajes subdesérticos y las zonas excesivamente urbanizadas.
Especie estrictamente migradora, toda la población del Paleártico occidental —incluidos los individuos del Magreb— pasa la estación desfavorable en zonas tropicales o subtropicales del continente africano. La migración posnupcial acontece en agosto y septiembre, en tanto que el regreso a las áreas de cría tiene lugar alrededor del mes de abril.
En Europa se estima una población reproductora de 1,4-4 millones de parejas, mientras que el contingente español se ha calculado entre 143.000 y 320.000 parejas. La tendencia poblacional en nuestro país durante las últimas décadas no está muy clara, pues los trabajos existentes al respecto son parciales y siguen metodologías dispares. En conjunto parecen indicar un descenso poblacional del que la especie comienza a recuperarse, tal y como se desprende de los datos obtenidos por el programa SACRE, donde se ha documentado un incremento del 37% para el periodo 1998-2005.
Cuco común (Cuculus canorus)

Ocupa toda clase de ambientes forestales, con independencia de la densidad del arbolado, del grado de madurez del mismo y de la especie forestal dominante, de manera que puede instalarse tanto en bosques cerrados de encinas, robles, pinos o alcornoques, como en dehesas, sotos fluviales, hayedos, quejigares o abetales. Alcanza las máximas densidades, sin embargo, en formaciones de tipo atlántico. Por otro lado, parece bastante común en las inmediaciones de humedales con abundante vegetación palustre, donde habitan varias de las aves a las que suele parasitar con mayor frecuencia.
Presenta una dieta netamente insectívora y basada en el consumo habitual de larvas de diferentes especies de lepidópteros (mariposas), incluidas las que disponen de mecanismos de defensa, como pelos urticantes o sustancias tóxicas. También consume escarabajos, saltamontes, grillos, lombrices y algún pequeño vertebrado.
La estrategia reproductora del cuco se basa en el nidoparasitismo, es decir, en depositar sus huevos dentro del nido de otra especie, la cual se encargará de la incubación, el cuidado y la manutención de la descendencia del parásito. Cada hembra de cuco produce una gran cantidad de huevos —hasta 25—, que serán colocados de uno en uno —rara vez dos— en nidos previamente seleccionados. Si la pareja propietaria no detecta la intrusión, incubará el huevo parásito —que imita en diseño y colorido a los propios— durante 12 días. La eclosión del cuco suele anticiparse varios días a la de los pollos legítimos, lo que le permite deshacerse del resto de los huevos o de los polluelos recién nacidos, que serán arrojados fuera del nido por el intruso. A partir de ese momento, el joven cuco recibirá en exclusiva todas las atenciones de los propietarios del nido asaltado, a los que, con frecuencia, supera considerablemente en volumen (dibujo 5). La estancia del cuco en el nido se prolonga durante 13- 20 días, tras los cuales emprenderá una vida independiente. Cada hembra de cuco se especializa en parasitar a una especie en concreto —probablemente la misma que la crio—, por lo que manifiesta una extraordinaria capacidad para imitar con gran perfección sus huevos. Se han documentado más de 100 especies parasitadas, y entre las más frecuentes se encuentran el acentor común, el carricero común, el petirrojo y el bisbita común.
Debido a su peculiar estrategia reproductora, el cuco resulta poco sensible a las alteraciones del hábitat, si bien a escala local puede verse afectado por los incendios forestales, las transformaciones agrícolas, el uso de insecticidas —que disminuyen la oferta de presas— y la eliminación del arbolado en riberas y setos.
Cuco común (Cuculus canorus)

Mención especial merecen, por las repercusiones negativas que acarrean para la especie, los esfuerzos que se realizan para erradicar las orugas de procesionaria del pino, que constituyen un recurso alimentario de primera magnitud para esta ave. No se descarta, por otro lado, la existencia de problemas de conservación y amenazas tanto en sus áreas de invernada como a lo largo del prolongado viaje migratorio. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se incluye en la categoría “De interés especial”.

*** Toda la información sacada de la guía de aves online de SEO/Birdlife.

viernes, 1 de mayo de 2015

Seguimiento de fauna en la dehesa de Navalvillar.

Hoy, día del trabajador, hemos realizado una nueva jornada de seguimiento de fauna en la dehesa de Navalvillar de Colmenar Viejo (Madrid).
Comenzamos tempranito con día encapotado. Nos reciben los cantos de los ruiseñores comunes, las abubillas, las primeras urracas, algún ruiseñor bastardo y en el arroyo Tejada una gallineta se esconde entre las zarzas mientras escucho y logro ver un pájaro moscón, especie muy poco común en este paraje.
Algunos conejos se meten en sus madrigueras, palomas torcaces llaman nuestra atención con el batir de sus alas y nos sobrevuelan los primeros milanos reales y negros. En el camino encontramos el cadáver de un joven gazapito y un poco más adelante observamos el aterrizaje, en una roca, de una pareja de buitres negros. No fueron los últimos que vimos en la jornada. Al menos 5 cicleaban más tarde con una veintena de buitres leonados.

Buitres negros (Aegypius monachus)

Cigüeñas blancas, algunos ánades reales y el elegante vuelo de un par de calzadas, una de fase oscura, nos siguen deleitando.
Con el canto de la perdiz de fondo, vemos a un ratonero con su "maullar" lastimero y observamos varios verdecillos y algunos trigueros.
Algún gorrión moruno construyendo nido en los fresnos y gorriones comunes y chillones en el tenado de refugio para el ganado.

Triguero (Miliaria calandra)

Varios abejarucos pasan en migración norte. Ni rastro de petirrojos, zorzales y mosquiteros y presencia de los primeros alcaudones comunes. También currucas carrasqueñas y cabecinegras. Y algunos machos de tarabilla común y algún alcaudón real perchados en las ramitas altas de rosales silvestres y chaparros.
Después de localizar una pareja de críalos, intentamos ver a un cuco que nos atrae con su monótono y singular canto. Tras localizarle en vuelo perseguido por una urraca, lo relocalizamos primero en un fresno, luego en una roca y finalmente, más al descubierto, en otro fresno, donde disfrutamos de sus cantos y de las maniobras de limpieza de su plumaje.

Cuco (Cuculus canorus)

Localizamos un grupo de 15 cuervos en vuelo hacia el vertedero, varias grajillas, una chova piquirroja y en lo alto de una encinita, un cuervo nos obsequia con un perfil en el que se aprecia la robusted y "peligrosidad" de su potente pico.

Cuervo (Corvus corax)

Al menos una oropéndola se deja oir, mientras al refugio de la vegetación y al acecho descubrimos varias currucas mosquiteras y mirlonas en paso. Todo ello acompañado del bonito e insistente canto de la totovía.

Totovía (Lullula arborea)

Dos picogordos en vuelo y las primeras y escasas tórtolas comunes, en alarmante declive, masacradas y desgraciadamente, todavía incluidas en el catálogo de aves cinegéticas nos alegran con su presencia.  Entre la densa vegetación, el chirriante canto, de los recién llegados zarceros comunes, nos acompañan y en el cielo, centenares de vencejos dan buena cuenta del ingente número de insectos que ya abundan.

Zarcero común (Hippolais polyglotta)

Conejos, liebres y un corzo entre los mamíferos y alguna charca repleta de renacuajos de sapo corredor engrosan la lista de animales vistos.
Y como final, el canto de una codorniz nos alegra, ya que cada día, al igual que la tórtola común, es más escasa por la fuerte presión cinegética.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ascensión al Pico San Pedro

El pasado 2 de mayo realizamos una subida al Pico San Pedro. Este Pico, es la zona más alta del término municipal de Colmenar Viejo (Madrid) con una altura de 1428 m.

Las características peculiares de este enclave, le hacen un lugar idóneo para buscar especies que sólo se pueden ver aquí en todo el término de Colmenar.
Una de ellas es el escribano hortelano (Emberiza hortulana).

Otra especie que se puede ver entre sur roquedos es la collalba negra (Oenanthe leucura).

En la ascensión, además de estas especies, pudimos ver buitres leonados, buitres negros, milano real, milano negro, busardo ratonero, cernícalo vulgar, tarabilla común, triguero, alcaudón común, alcaudón real, curruca zarcera, curruca carrasqueña, escribano montesino, cogujada montesina, totovía, rabilargo, urraca, corneja, cuervo, avión común, vencejo, avión roquero.
También, en un momento dado, localizamos cantando, a una preciosa collalba rubia (Oenanthe hispánica)

Mientras, disfrutamos en varias ocasiones de oropéndolas en paso, que tratándose de una especie asociada a zonas de arbolado, en esta ocasión, la pudimos ver posada en rocas.
Nos acompañó en la subida, el canto del cuco, que también tivimos la suerte de poder ver posado.

Por último, y ya a la vuelta, una culebrera se dejó ver cerniéndose en busca de alguna culebra y el canto aflautado, nos descubrió en unos enebros a una curruca mirlona, que puso el punto y final a tan productivo día.