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lunes, 23 de octubre de 2017

Avutardas en Talamanca.

Se nos había quedado algo atrasada una crónica de nuestro viaje a Talamanca del jarama en busca de avutardas. Fue el 30 de septiembre. Llegamos temprano, en un día gris y fresquito. Nada más llegar, descubrimos un grupito de 8-10 avutardas lejanas, un macho de aguilucho pálido pasa volando recorriendo los campos, mientras a nuestras espaldas un gavilan se esconde, en vuelo bajo, en una zona de arbolado. Trás hablar con un paisano y escucharle un rato sus opiniones sobre que el terreno sea ZEPA, zona de especial protección para las aves, localizamos a una avutarda alejándose en vuelo.

Avutarda (Otis tarda)
No abundan los arbustos en la estepa cerealista, y en los pocos que han dejado, nos encontramos a unos cuantos trigueros, cernícalos vulgares y al ratonero. Si se hubieran mantenido o se trabajara en mantener setos vivos entre parcelas, la biodiversidad del lugar aumentaría considerablemente.

Busardo ratonero (Buteo buteo)
A otras especies como a la collalba gris, muy de terrenos abiertos, esta circunstancia no parece afectarlas, y se las puede ver correteando por el suelo y subiéndose a cualquier pequeño montículo o piedra del terreno, donde vigila mejor.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe)
Perfectamente adaptadas a estos terrenos, finalmente contamos un total de 63 avutardas. Pudimos apreciar como su plumaje marrón, las hace pasar prácticamente inadvertidas en los terrenos en barbecho, delatando su presencia el color gris de sus cuellos y cabezas.

Avutardas (Otis tarda)
Las distancias de seguridad que mantienen siempre son muy largas, posiblemente por su dilatada experiencia y por la persecución a la que fue sometida durante muchos años, al tratarse de una pieza cinegética muy codiciada en tiempos pasados.

Avutardas (Otis tarda)
Pero con el telescopio pudimos disfrutar de lo lindo con esta especie tan escasa en la Comunidad de Madrid y que en la zona de Talamanca mantiene una población aceptable.

Avutardas (Otis tarda)
Por último, a la vuelta, descubrimos una pareja de pitos reales que se posaron en un chopo seco y observamos como un grupito de 12 esquivas gangas ortegas se posaban en el suelo y se alimentaban y descansaban también en la distancia.

martes, 27 de septiembre de 2016

Dehesa de Navalvillar

El penúltimo día del verano de 2016, por calendario, que no por temperaturas y ambiente, nos fuimos de nuevo a la dehesa de Navalvillar. Realizamos nuestro recorrido habitual junto al cauce seco del arroyo Tejada. Mucho papamoscas cerrojillo y colirrojo real, que están ahora en sus picos de migración. Algún ruiseñor bastardo cantando entre los arbustos y por las copas de los árboles herrerillos y carboneros comunes, además de este bonito papamoscas gris.

Papamoscas gris (Muscicapa striata). Foto: Arsenio González

En las ramas de un gran fresno se escucha el reclamo de un aguililla calzada, que al poco, emprende vuelo para alejarse. De otro fresno cercano sale una segunda aguililla calzada que opta por posarse en una pequeña encina. Desde las ramas altas no para de reclamar, lo que nos hace interpretar que es un joven del año llamando a los adultos con la esperanza de ser alimentado.

Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Foto: Arsenio González

Como sabemos que en estas edades suelen ser bastante confiados, nos acercamos con sigilo y conseguimos unas observaciones cercanas con todo tipo de detalles. Realmente emocionante poder disfrutar tan bien de esta preciosa rapaz.

Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Foto: Arsenio González

Los primeros buitres nos sobrevuelan. La mayoría son buitres leonados y entre ellos hay algún buitre negro. Comienzan a verse grupitos de rabilargos y ya han vuelto las chovas piquirrojas, que en esta época del año y durante todo el invierno, utilizan la dehesa para alimentarse de los bichitos que se esconden y alimentan en las boñigas de vaca.
Llegamos al pilón y la zona aledaña encharcada, donde muchas de las aves de la dehesa van a beber y a bañarse. Ahí disfrutamos de pinzones vulgares, verdecillos, verderones, jilgueros, currucas zarceras y capirotadas, mosquitero musical, los primeros petirrojos recién llegados a invernar, un tardío ruiseñor común, una lavandera blanca y algún picogordo.

Picogordo (Coccothraustes coccothraustes). Foto: Arsenio González

Aunque la cosa está muy entretenida, no nos queda más remedio que ir regresando. El camino va amenizado con el bonito canto de las totovías. Varias collalbas grises se mueven por las rocas cercanas al suelo y una de ellas se posa en una zarza junto a una tarabilla norteña. Ambas en plena migración.

Tarabilla norteña (Saxicola rubetra y collalba gris (Oenanthe oenanthe)

En el cielo, un número importante de golondrinas comunes atiborrándose de insectos, para coger energía para poder afrontar el largo viaje que aún les queda hasta llegar a África.
En otra zarza descubrimos un juvenil de alcaudón común. La mayoría de sus congéneres ya emprendieron viaje hace semanas.

Juvenil de alcaudón común (Lanius senator). Foto: Arsenio González

Todavía queda migración y ahí estaremos para disfrutarla. ¿Cuando pasarán los últimos de cada especie?

miércoles, 7 de octubre de 2015

Otra jornada en la dehesa.

La semana pasada nos dimos otra vuelta por la dehesa de Navalvillar para seguir con nuestros regulares seguimientos de fauna. Los primeros en recibirnos fueron mirlos y petirrojos. Ambas especies se van reforzando en número, procedentes de lugares más norteños de España y países europeos. También como cada mañana, miles de gaviotas atraviesan la dehesa para dirigirse hacia el vertedero desde el embalse de Santillana, lugar donde descansan por las noches. Igualmente, los milanos reales hacen lo propio desde sus dormidderos serranos. En éste día, nos sorprendió ver también a un buen número de buitres que muy tempraneros se dirigían hacia el vertedero.
Continuando con nuestro recorrido, observamos un grupo de chova piquirroja alimentándose en el suelo. Al menos dos de ellas llevan anilla de pvc. Si logramos leerlas sabremos de donde vienen. Como la distancia era grande y un poco más cerca había un tenado para que se cobijen las vacas, decidimos acercarnos sigilosamente. Muy desconfiadas, cuando llegamos, ya se habían desplazado otros cientos de metros, así que no pudimos leerlas. Otrodía será. El cielo estaba cubierto y en ese momento empieza a lloviznar, con lo que decidimos quedarnos un rato a ver si "escampa". La suerte está con nosotros. Al momento, un macho esplendoroso de roquero solitario, ha venido a posarse a escasos metros en lel tejado de la caseta de al lado.

Roquero rojo (Montícola saxatilis)

Se tratra de una especie de montaña escasa, aunque en la cercana sierra de Guadarrama e incluso en el Pico San Pedro se pueden ver en la época estival. Ave migradora, como tantas otras en estas fechas, decidió hacer una paradita delante de nosotros. Visto y no visto, a los pocos minutos desapareció dirección sur.
Pero nuestro refugio siguió dándonos mucho juego. Uno de los gorriones chillones que crían en la caseta, también tuvo a bien lucir con elegancia su estilizada figura.

Gorrión chillón (Petronia petronia)

Y en las cercanas rocas, andaban persiguiéndose y posándose un par de collalbas grises.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe)

Una vez que paró la llovizna bajamos hacia el lecho del arroyo Tejada y continuamos con nuestro recorrido dirección norte. Entre las ramas de los fresnos, majuelos, rosales silvestres y zarzas había buen movimiento. Mosquiteros musicales en paso, mosquiteros comunes invernantes y un buen número de currucas capirotadas utilizaban las ramas como catapultas para capturar mosquitos y bichitos voladores y para degustar los diferentes frutillos otoñales.

Macho de curruca capirotada (Sylvia atricapilla)

Continua el paso migratorio de papamoscas gris, papamoscas cerrojillo y colirrojo real, si bien, se va notando un ligero descenso en sus efectivos.

Colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus)

Mucho carbonero, herrerillo y agateador, además de aumento de invernantes como reyezuelo listado y zorzal común.
La sequía, todavía hace que las aves se concentren en los pocos puntos de agua que quedan, de tal manera, que en muy poquito espacio, se pueden ver muchas especies. Escribano montesino, verderón, mosquitero, petirrojo, curruca capirotada y mirlo son algunas de las especies que se acercaron a beber, además de un par de preciosos picogordos.

Picogordo (Coccotrhaustes coccotrhaustes)

Estas concentraciones entorno al agua también las conocen los depredadores. Estando observando el bebedero, se escuchan señales de alarma de las aves, seguidas de un silencio sepulcral. Al momento en vuelo rasante, pasa volando un gavilán sin éxito en la captura, para desgracia de él y fortuna de sus posibles víctimas.