jueves, 21 de agosto de 2025

La importancia de las aves necrófagas

Ayer tuve la oportunidad de vivir una "carroñada". Dando una vuelta por el campo me topé con el cadáver de una cabra. Si sales regularmente al campo, no tardará mucho en llegar un momento así, más si resides en zona ganadera. Los animales domésticos y silvestres, al igual que los humanos, pueden morir por diferentes circunstancias, por enfermedades, de viejos, por accidentes, etc. Pues bien, continué con mi recorrido, y al volver, observé que la cabra ya había sido consumida casi en su totalidad. Como vi que había buitres cicleando en el cielo, pensando en que pudiera haber algunos con mucha hambre, me cobijé debajo de unas encinas, lo mejor camuflado posible, y sin hacer movimientos bruscos, esperé. Pasaban los minutos, y aunque los buitres seguían dando vueltas por encima, ninguno se atrevía a bajar. En un momento dado, vi un milano negro volando bajo, e inmediatamente se posó sobre la carcasa de huesos de la difunta cabra. A gran velocidad arrancaba e ingería pequeños trozos de carne, sin verme, o considerando que a la distancia que yo estaba, no era peligroso.



En repetidas ocasiones, no paraba de girar su cabeza y mirar hacia arriba. Sabía que el tiempo de comer podría ser bastante breve.


Así fue, pocos minutos después comenzaron a bajar los primeros buitres, dando por terminado su almuerzo y alejándose de la zona.


Dos, cinco, siete, diez, veinte, cuarenta, se había abierto el buffet. Una vez que el primer buitre (generalmente el más hambriento), toma la decisión de sustituir el miedo, por el hambre, el goteo de buitres descolgándose desde el cielo, es constante. 


Impresionante resulta también, con la cercanía, poder escuchar el sonido generado por los más de dos metros y medio de envergadura que tienen estas aves, en el roce contra el aire, momentos antes de aterrizar. 




Una vez en el suelo, se forman "melés" para intentar acceder a la carne, además de empujones, sonidos estridentes y picotazos.




Los buitres negros, menos abundantes, empiezan a bajar un poco más tarde.





Cuando la carne ya había sido consumida por los buitres leonados, se fueron alejando, dejando paso a los buitres negros, un poco más especializados en "arrebañar" bien los huesos, alimentándose de tejidos conectivos como tendones y ligamentos, trozos de piel, e incluso pequeños huesos.



























Ocho o diez buitres negros bajaron a alimentarse, pudiendo observar los típicos movimientos amenazantes, cumpliendo la jerarquía de edad, tamaño y dominancia, que evitan, al final, confrontaciones más serias.






Después de un par de horas, esto es lo que quedó del cadáver, cumpliendo la función ancestral de estas aves carroñeras, que limpian el campo de animales muertos, evitando posibles contaminaciones del suelo, enfermedades y posibles propagaciones de virus.




1 comentario:

David dijo...

Gran reportaje!!! Faltó un Quebrantahuesos para rematar la fanea!