Después de nuestra visita al centro de reproducción del salmón, nos dirigimos a tomar algo en un bar de San Bartolomé. Allí nos tomamos un caldito de pescado calentito y rico rico, y con el cuerpo reconstituido, nos trasladamos hacia un puente colgante sobre el río Narcea, desde donde intentamos avistar algún salmón.
El río llevaba buen caudal y el agua bajaba algo turbia, lo que nos impidió observar al objetivo de nuestra excursión.
Aún así pudimos disfrutar del bonito paisaje, y sentimos una sensación peculiar con el bamboleo del puente colgante a nuestros pasos.
La zona recreativa era espectacular, y la pequeña explanada en la que estaba montada, lucía hermosa custodiada por robustos y centenarios castaños.
Iba siendo la hora de comer, así, después de leer los paneles explicativos de la zona de descanso, regresamos a Belmonte, donde nos recibiría Maleny, concejal de su ayuntamiento, y disfrutamos de la paella popular y de los conciertos que había al mediodía.




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